Alejandro Quincoces
Lo bello no capta el interés de Alejandro Quincoces. El artista elige
escenarios anónimos, industrializados, paisajes transformados por el
individuo y que cualquier espectador puede sentir cercanos, su medio
habitual, allí donde desarrolla la vida cotidiana.
Los panoramas urbanos aparecen envueltos en una neblina de
polución que agudiza la inquietante atmósfera de degradación y
tensión interna de la ciudad global.
Los primeros planos y detalles, lo tangible, contrasta con los marcos
lejanos, lo intangible “algo que conecta con mi visión romántica de la
pintura, con ese propósito de contar lo que sucede al hombre por
encima de él”